Perteneciente a la orden de los jesuitas, el edificio se inició en 1607, pero la fachada se completó solo en 1727. Los muebles y pinturas en gran parte se remontan al siglo XVII.
La vista mágica reproducida en el interior de la iglesia es magnífica. Las tribunas hechas por Lana y las pinturas que adornan las capillas laterales con las glorias de San Ignacio son exquisitas.
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