El sitio conserva una parte larga (2,40 metros de ancho y 4 metros de altura) de las antiguas murallas de la ciudad, que consta de dos caras exteriores en bloques de piedra arenisca rellenos de piedra y cal. En su base hay un foso para recoger la escorrentía de la ladera. Entre mediados del siglo I y II dC, los muros perdieron su función defensiva y se reutilizaron como estructuras de terrazas y muros conteniendo, como se puede ver en los restos de una cuenca pavimentada en terracota, posiblemente utilizada para procesar petróleo, que se superpuso en los muros.
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