Las fuentes medievales de agua en Siena son una obra maestra de la arquitectura. Por lo general, tienen tres tanques, cada uno diseñado para un uso específico. El más alto, que recibió agua "nova", se usó para beber. El segundo, alimentado por el desbordamiento, se usó para los animales. El tercero para lavar la ropa. El desbordamiento final alimentó las fuentes a altitudes más bajas, o sirvió como fuerza motriz o para irrigar los campos.